¡Cuánto me gustaría poder abrazaros a todos y, con mi gesto, llevaros la paz y el cariño que solo regala el Señor Jesús a sus predilectos!

Salud mental

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Carlos Osoro, arzobispo de Madrid

 

Queridos amigos de AISS:

En las vísperas del Día Mundial de la Salud Mental me dirijo a vosotros para mostraros mi apoyo y solidaridad hacia las personas que padecéis alguna enfermedad mental y discapacidad. Así lo ha venido haciendo ininterrumpidamente la Iglesia, porque Jesús pasó haciendo el bien y curando y atendiendo a todos, con atención especial a los más débiles por cualquier razón.

¡Cuánto me gustaría poder abrazaros a todos y, con mi gesto, llevaros la paz y el cariño que solo regala el Señor Jesús a sus predilectos! Con mi abrazo quisiera transmitiros el de la Iglesia que es Madre de misericordia y que quiere, como su Señor, que no se pierda ninguno de los que le han sido confiados (cfr. Jn 6,39).

La mano larga de Dios y su ternura os llega a través de la labor diligente y eficaz de la Pastoral de la Salud Mental que constituye para la Iglesia en Madrid un gozoso servicio. Este ministerio parte de la convicción profunda de que » el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno» (EG 265). Sentíos confirmados en la fe, animados, acompañados en todo momento.

Os llamo desde estas letras al compromiso de todos para que atendaís en lo posible a las necesidades de los enfermos y a sus familias. Son personas que experimentan de manera apremiante la necesidad de la proximidad y la cercanía. Tenemos que ser capaces de generar respuestas alternativas y más humanas, con ese «humanismo cristiano» que contemplamos en la vida de Cristo.

Todo ello es la traducción del «no» a la cultura de la exclusión y del descarte, a la que reiteradamente nos convoca el Papa. Nadie sobra, todos nos necesitamos, todos somos «imágenes de Dios».

Os invito a todos los cuidadores, familiares o profesionales de la salud mental, a permanecer en la tarea sacrificada y no siempre reconocida que el Señor os encomienda. Que El os de paciencia, fortaleza y humanidad para no renunciar jamás, por muchas que sean las dificultades, a vuestra vocación educativa, sanadora y evangelizadora.

Ojalá que juntos hagamos realidad el encargo de Jesús «sed misericordiosos como el Padre».

Con gran afecto y mi bendición,

Carlos, Arzobispo de Madrid

 

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