Conoce más acerca del síndrome postvacacional

publicado en: AISS, salud mental | 0

Llaves en la cerradura, un último giro más y ‘puf’ las vacaciones se desvanecen en un microsegundo. Vuelta a la rutina, las tareas diarias, horarios… Sin apenas darnos cuenta, y menos asimilarlo, despedimos el libre albedrío para abrazar de nuevo a la disciplina. Porque el ser humano se acostumbra a lo bueno de manera sorprendentemente veloz, pero fallamos a la hora de encajar cuando finaliza.

Muchas ocasiones el reajuste al antiguo entorno no se produce de manera sosegada y escalonada; lejos de ello las tareas se amontonan y el plazo para llevarlas a cabo se acorta: deshacer maletas, recoger la casa, preparar lavadoras, visitas familiares y sociales ineludibles, etc.. A ese desgaste físico se suma un malestar emocional que va ligado como la batería al móvil: perdemos fuerza anímica como si de un entrenamiento intensivo se tratara.

Cuando dicho periodo recreativo finaliza, se regresa a la normalidad y ésta supone un peso extra, amigx, estás sufriendo el síndrome postvacacional. Que no cunda el pánico ni brote el dramatismo. A continuación encontrarás unos pequeños consejos que pueden convertir este tránsito en un camino menos amargo y ayudarte a plantearlo de un modo más positivo.

No compares tus actividades ociosas en detrimento a tu situación real cotidiana. Aquello que has estado practicando y contemplando cada día durante un intervalo de tiempo no ha de ser rememorado como una utopía porque transmutará en un lastre. La nostalgia tiene gran connotación negativa cuando se abusa de ella. Sin embargo compartir tus experiencias con amigos y familiares será una buena manera de revivir con alegría aquello que disfrutaste. Quien sabe, quizá ellos te den las claves para tu próximo destino.

Entrena tu cuerpo: ‘Mens sana in corpore sano’, una mente sana en un cuerpo sano es la combinación perfecta para superar el primer obstáculo; además de una manera sencilla para liberar endorfinas y ocupar esas horas con un deporte que te permita disfrutar de aquello que habías renegado.

Observa tu entorno y aquellos que te rodean desde una nueva perspectiva. Cuando viajamos, subyacen nuevas expectativas, diferentes maneras de ver la vida. Emergen nuevos radares que parecen activarse sólo cuando viajamos y conocemos diversas culturas. Sin embargo, en muy pocas ocasiones permitimos llevárnoslas a casa. Esa nueva visión puede ser la que nos determine la vuelta como una etapa enriquecedora en la que podemos redescubrir distintos aspectos maravillosos que por la cotidianeidad habíamos obviado.

Programa tus próximas vacaciones. Es un aliciente fundamental que te mantendrá focalizado en un nuevo objetivo. Saber que volverás a disponer de tiempo libre en el que llevar a cabo experiencias inéditas mermará malestar al momento que atraviesas actualmente.

Haz un análisis de tu vida. Quizá sea el momento de cambiar aquello que no aporta y, por el contrario, resta. La monotonía puede hacer que te estanques en un estado de latencia. Y es precisamente ese momento, la vuelta de las vacaciones, el resorte que necesitas para lanzarte a integrar nuevas experiencias a tu vida.

Permite a tu cuerpo sentir lo que en ese momento anhele. No seas duro contigo mismo. Ámate y respeta tu tiempo. A veces sólo es cuestión de aceptación de nuestros propios sentimientos. Una llamada de atención para recordarte que estás hecho de múltiples y complejas emociones.

Si tras varias semanas no notas mejora de esta resaca vacacional es recomendable que acudas a un/a experta. En AISS contamos con un equipo profesional que te ayudará a superar cualquier barrera que tu mente te imponga. Pedir ayuda siempre es la opción correcta.

5/5 - (3 votos)